lunes, 30 de marzo de 2009

El azri de la badia saharaui en Sahara Ponent



El paseante de La acequia y los escritores saharauis tras las huellas de El Quijote, de Antònia Pons


Érase una vez un hombre al que le gustaba pasear cerca de una acequia. Un día se volvió loco y se lanzó a una aventura en la que arrastró a numerosos compañeros. Palabra a palabra, capítulo a capítulo, fue desentrañando los misterios y las locuras de otro aventurero: el Quijote. Su enajenación es extraña: le acomete cada jueves. Los otros días está “normal”. Lo escribo entrecomillado porque en este mundo todo es relativo y también porque, a veces, habla de deseo y de disoluciones extrañas que son difíciles de entender. ¿Pensáis que está solo en su búsqueda de las huellas del caballero andante? Toda una generación de escritores saharauis, quizás sin saberlo, han emprendido una aventura similar. Sólo que en sus relatos Alonso cabalga a lomos de un dromedario por las inmensas llanuras del desierto del Sahara. Don Quijote, el azri de la badía saharaui es un conjunto de relatos deliciosos y, a la vez, un homenaje a este personaje inmortal y también a la lengua en que fue concebido: el español. Aquí tenéis una pequeña muestra:


Fue un mes después de haber venido mi hijo uld râkbâ[i] (el menor) de Cuba, que Dios lo proteja, una tarde al entrar en la jaima, le dije que me acercara el baúl y se sentara a mi lado para regalarle una darraa, abrí el baúl y vi en un rincón aquel paquete que veinte años atrás me había dado su hermano, y le dije, “Esto era de tu hermano Brahim”, mientras lo desenvolvía, creí por un momento que era un libro del Corán. Él lo miraba por los dos lados y me dijo sorprendido, “¡Cómo es posible!, esto es DON QUIJOTE DE LA MANCHA, un libro español de un escritor muy conocido en el mundo”. Mira cómo son las cosas, yo sabía que mi hijo iba al instituto con Jesús pero no sabía que leía esos libros raros, pero me entró la curiosidad, así que dije a mi hijo que me tradujese el libro, y él con poco interés me dijo, “No es algo muy importante, es la historia de un loco que va en caballo”.


Si queréis saber cómo termina la historia daros un paseo por aquí. Este post quiere ser un regalo para Pedro Ojeda Escudero, el paseante, un homenaje a los escritores que lo han hecho posible y un profundo reconocimiento a Conxi por colgarlo en la red.



¡Gracias Antònia!